martes, 9 de noviembre de 2010

Sábado.
 Me levanté temprano, y anduve descalza
por los corredores: bajé a los jardines
y besé las plantas,
Absorbí los vahos limpios de la tierra
tirada en la grama.
Me bañé en la fuente que verdes achiras
circundaban. Más tarde, mojadas de agua
peine mis cabellos. Perfumé las manos
con Zumo oloroso de diamelos. Garzas
quisquillosas, finas
de mi falda hurtaron doradas migajas.
Luego puse traje de clarín más leve
que la misma gasa.
De un salto ligero llevé hasta el vestíbulo
mi sillón de paja.
Fijos en la verja mis ojos se quedaron.
Fijos en la verja.
El reloj me dijo: diez de la mañana.
Adentro un sonido de loza y cristales, 
comerdor en sombra; manos que aprestaban.
Manteks.
Afuera, sol como no he visto,
sobre el mármol blanco de la escalinata.
Fijos en la verja siguieron mis ojos.
Fijos, te esperaban.

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