domingo, 28 de noviembre de 2010

Un fuerte escalofrío me recorrió por dentro. Mi cuerpo se me antojaba demasiado pesado y febril para poder soportarlo. Quería salir de él. Quería liberarme. 
Lucas  debió de leer en mi rostro lo que estaba sintiendo, porque abrió los ojos de par en par. Se acercó y me puso una mano en la mejilla. Durante unos segundo buscó algo que decir, pero finalmente susurró:
-Te quiero. 
-Te qui... -No puede terminar la frase. La habitación se sumió en la oscuridad y el rostro de Lucas desapareció. Sería tan fácil dejarse ir.
Me entregué a la marea que tiraba de mí hacia abajo. 
Y fallecí.

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